jueves, 2 de septiembre de 2010

Cómo manejar el enojo


¿cuándo fue la última vez que sintió enojo? ¿Cómo lo manejó? ¿Se deshizo de ese fuerte sentimiento? ¿O todavía lo alberga en su corazón? Si alguna herida, amargura o resentimiento se han alojado en su vida, le desafío hoy a que reflexione de todo corazón en los siguientes pasos positivos como defensa contra esos devastadores sentimientos.

En primer lugar, dígale a Dios lo que está sintiendo.

Mientras siga negando que tiene esos sentimientos, simplemente estará reprimiéndolos; seguirán controlándole. Pero si usted le confiesa su ira y su frustración al Señor, dará un paso muy importante para apropiarse de la paz que Él desea que usted disfrute.

En segundo lugar, identifique la naturaleza y el origen de sus sentimientos.
¿De dónde proceden? ¿Qué sucedió en su vida que le hizo especialmente sensible a cierta clase de presiones, injusticias o agravios? Usted no podrá ser sanado si no conoce la causa verdadera de sus heridas.

En tercer lugar, tome la decisión de enfrentar sus sentimientos de inmediato.
Efesios 4.26 nos enseña: “No se ponga el sol sobre vuestro enojo”. Cuanto más tiempo retenga su enojo, más grande será el daño que le haga a su corazón y a sus relaciones. Llévelo al Padre celestial lo más pronto posible.

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