viernes, 14 de mayo de 2010

El alejarse de Dios


Leer | Lucas 15.20-32

Al igual que el padre del hijo pródigo, nuestro Padre celestial no nos obligará a permanecer con Él. Si ignoramos la guía de su Espíritu e insistimos en seguir un camino de maldad, Él nos dejará hacerlo.

Al leer la parábola, vemos lo que sucede cuando nos separamos del plan de Dios.

•Nuestra comunión con el Padre es afectada gravemente. El hijo descarriado ya no tenía una relación estrecha con su padre; la relación que habían tenido ya no era tan importante para él como antes. Si nos alejamos y hacemos de nosotros mismos la prioridad máxima, por encima del Señor, experimentaremos también una desconexión con nuestro Padre celestial. Como cristianos, no podemos alejarnos de la senda elegida por Dios, sin haber cerrado antes nuestra mente y nuestro corazón a su verdad y a su llamado a nuestras vidas.

•Nuestros recursos de tiempo, talentos y dinero son desperdiciados. El hijo pródigo malgastó su dinero en cosas frívolas y terminó peor que los jornaleros de la casa de su padre. Dios ha concedido dones espirituales y recursos materiales para edificar su reino, y también ha dado su Espíritu para guiar. Ir tras nuestros propios planes es desperdiciar lo que Él nos ha dado.

•Nuestras necesidades más profundas quedan insatisfechas. Perseguir sueños que estén fuera de los propósitos de Dios lleva a la infelicidad. Sólo en Cristo podemos hallar satisfacción verdadera.

Si vivimos sin Dios, una gran desilusión se apoderará de nosotros. Las malas decisiones pueden convertirse en pesar para toda la vida, pero no tienen que determinar nuestro futuro. El Padre celestial nos recibirá con gran gozo y amor si nos arrepentimos y volvemos a Él. ¿Está usted alejado? Él está esperándole.

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