
2 Tim. 2:15.
Un predicador que había sido invitado para predicar en una iglesia rural, escogió como su texto clave aquel pasaje del Sermón del Monte que dice: “Vosotros sois la sal de la tierra.” A medida que predicaba se iba llenando de entusiasmo, siendo una de sus frases más brillantes: Amado hermano mío, jamás olvides las palabras de nuestro Señor, de que somos sal y sal fuerte; pero si te descuidas no podrás ser como Dios dijo a Abraham: “sal de tu tierra y de tu parentela”.
La congregación escuchaba en silencio pensando: ¡Cuánto sabe de Biblia este hermano! ¿Sabe tanto usted como el predicador o como la congregación?
Lerı́n, A. 500 ilustraciones
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