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lunes, 25 de enero de 2010
Las consecuencias de un mal consejo
Leer | Génesis 16
Cuando enfrentamos situaciones difíciles, es natural que acudamos a amigos de confianza y a familiares para que nos ayuden. A veces, las palabras de aliento de un ser amado resultan ser el catalizador que nos hace volver a Dios.
Pero es importante examinar con cuidado el consejo que nos dan esas personas cercanas a nosotros. Su consejo puede ser sincero y motivado por el amor, pero si no es consistente con la Palabra de Dios, debemos entonces rechazarlo amablemente.
Abram escuchó el consejo de su esposa, en vez de confiar en lo que Dios había dicho. Su consejo contradecía la promesa de Dios de que Él le daría un hijo a Abram por medio de Sarai. Pero después de esperar muchos años por el cumplimiento de esa promesa, Abram tomó el consejo de su esposa en vez de seguir la dirección divina. Por esa torpe decisión, enfrentó muchas pruebas difíciles y dolorosas. E Israel sigue experimentando todavía las consecuencias de la mala decisión de Abram.
A veces, buscaremos el consejo que queremos oír, en vez del consejo que necesitamos. Cuando vayamos a nuestros seres amados en busca de ayuda en cuanto a decisiones difíciles, debemos discernir:
1. Entre nuestros deseos carnales y la verdad bíblica.
2. El consejo sabio es siempre consistente con la Palabra de Dios.
Recuerde el ejemplo de Abram: no todo consejo es necesariamente buen consejo. La próxima vez que busque una opinión de sus amigos o familiares, tome unos minutos para comparar su consejo con lo que dice la Biblia. Si no hay inconsistencias, confíe en la Biblia y en la buena disposición de Dios de estar con usted en las situaciones difíciles que enfrente.
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