domingo, 31 de enero de 2010

Evangelización diaria Juan 1:35-42


Este mundo necesita más hombres y mujeres como Andrés. Al traer a otros de manera natural al Señor, Andrés se presenta como un modelo para lo que pudiéramos llamar la “evangelización diaria”. Él no reservaba su celo evangelizador para los viajes misioneros a tierras extranjeras o para una sola “Semana de énfasis misionero” una vez al año. Vivía su evangelización todos los días de su vida; para él, el ministerio no era una oportunidad, sino un estilo de vida.
¿De qué manera pudiera la manera espontánea de Andrés convertirse para usted en una parte natural, cómoda y fructífera de su evangelización diaria con los personas?
1. Esté a la expectativa de quienes tienen interés espiritual. A muchos cristianos les produce nerviosismo hablar del tema de la fe con otras personas. Esos creyentes nerviosos pueden pensar: No le puedo hablar de Jesús a esta persona. Obviamente, no está interesada. ¿Pero qué tal si lo está? Es muy posible que a usted le produzca asombroso saber cuántas personas en su escuela, lugar de trabajo, familia extendida o círculo social están buscando desesperadamente algo que ellas mismas no son capaces de expresar plenamente. Pídale a Dios que le dé ojos espirituales para ver mejor a estas personas dentro del gran número de personas que pasan frente a usted cada día.
2. Trate de conocer las personas que están a su alrededor. ¿No sería trágico que el vecino que tiene al lado estuviera sentado ahora en su casa, pensando en cosas espirituales, y no tener dónde ir para encontrar las respuestas? ¿Podría él verle a usted como una fuente de ayuda? ¿Sería usted capaz de detectar que hay interrogantes en el corazón de esa persona? Cuando usted se convierte en parte activa de las vidas de los demás, llega a ser un valioso recurso a quien Dios ha colocado estratégicamente para que sus corazones sean impactados para Cristo.
3. No complique demasiado las cosas. Nunca vemos a Andrés abrumando a alguien con un largo discurso espiritual o una discusión teológica. Su estrategia era personal, incluso íntima. Su propósito era presentar a otros a la persona más importante que había en su vida: a Jesús. De modo que, hablar de Cristo debe ser tan sencillo como hablarles a los demás de nuestra esposa o esposo o de nuestros hijos. ¡Si usted sabe cómo presumir de sus hijos, entonces no debe tener ningún problema para presumir de su Salvador!
4. Recuerde: salvar a otros no es su responsabilidad. Andrés no discutía con los no creyentes ni trataba de convencerlos. Simplemente, los traía a Jesús. Hacer volver un corazón a Cristo no es la responsabilidad de ningún cristiano. Está tarea le pertenece solamente al Espíritu Santo.

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