martes, 23 de febrero de 2010

Un don para cada creyente




Leer | 1 Pedro 4.10, 11

Pese a que la Biblia dice claramente que todo creyente recibe un don espiritual, algunas personas piensan que fueron pasadas por alto. Por tanto, van por la vida rechazando oportunidades de servir. Otras están tan enfrascadas en su deseo de tener una capacidad diferente, que no usan la que les dio el Espíritu Santo. Ambas actitudes son pecaminosas.

Dios tiene un propósito y un ministerio específicos para cada cristiano. Nuestros dones espirituales nos ayudan a realizar su plan. Llegamos a saber qué don(es) tenemos cuando nos involucramos en la vida de la iglesia. O sea, el creyente conoce las capacidades que le dio el Señor, cuando empieza a cultivarlas.

Por otra parte, Dios tiene un propósito general para repartir los dones espirituales. Los cristianos hacen uso de sus habilidades especiales para el bien común (1 Co 12.7). Todos se benefician cuando los creyentes realizan el trabajo de Dios por medio del poder del Espíritu Santo. Debemos usar nuestros dones para equiparnos, edificarnos y animarnos unos a otros (Ef 4.11-13). Para entender cómo funciona esto, tenemos que ampliar nuestra comprensión de palabras tales como evangelista, profeta y maestro. Bíblicamente, estos términos describen a colaboradores que llevan el mensaje de Cristo; a mentores espirituales que explican las verdades bíblicas a los nuevos creyentes; y a hermanos creyentes que animan a los desalentados.

Cada persona es importante, y cada uno tiene un trabajo que hacer. No hay excusas para desentenderse de la voluntad de Dios. Cuando Él nos da dones y abre puertas de oportunidad para el servicio, también da las fuerzas y el valor para que usemos nuestras capacidades.

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