martes, 11 de enero de 2011

Toda nuestra ansiedad



1 PEDRO 5.6, 7
¿No es interesante que la afirmación de que Satanás anda rondando como león rugiente, esté en un pasaje sobre los pensamientos de ansiedad? La preocupación puede sentirse como un ataque: somos despedazados interiormente por los temores, la frustración y el desaliento. La ansiedad es un sentimiento atormentador, y el diablo la maneja muy bien.

No tenemos que vivir con ansiedad, porque el Señor cierra la boca de los leones que amenazan a sus seguidores (Dn 6.22). Pedro explicó cómo liberarnos de la ansiedad. Primero, humillándonos ante Dios. Lo que causa la angustia es una sensación de impotencia en una situación dada, y por eso la mejor respuesta es rendirse a Dios —someterse al Señor con la confianza de que él tiene el poder de controlar su vida. Debemos tener presente que Dios siempre dispone las circunstancias para el bien de usted y la gloria de él (Ro 8.28).

Recuerde que la oración es una declaración de dependencia. Cuando nos humillamos, estamos de rodillas ante Dios todopoderoso. Nada es difícil para su poder, lo cual nos lleva al segundo paso: expresar al Señor nuestros problemas y luego confiar en que él se ocupará de ellos. él asume la responsabilidad de atender todas nuestras necesidades (Mt 6.31, 32). A usted le corresponde dar prioridad a Dios obedeciéndolo y viviendo de manera justa (v. 33).

Y tercero, resistir a Satanás manteniéndose firme en la fe. Es decir, no arranque esas preocupaciones de las manos de Dios para angustiarse por ellas otra vez. Cuando los métodos del diablo le hagan temblar de ansiedad, rechace su mentira y afirme que el Señor es suficiente para manejar la situación.

Charles Stanley.

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