sábado, 27 de noviembre de 2010

Dios Nos Conoce por Nombre.


"Jehová es mi pastor, nada me faltará".
Salmo 23.1


Las ovejas no son inteligentes. Tienden a vagar por los riachuelos en busca de agua, pero su lana crece y las hace pesadas y se ahogan. Necesitan de un pastor que las guíe hacia «aguas de reposo» (Salmo 23.2). No tienen defensas naturales: ni garras, ni cuernos ni colmillos. Están indefensas. Las ovejas necesitan un pastor con «su vara y su cayado» (Salmo 23.4) que las proteja. No tienen sentido de dirección. Necesitan a alguien que las guíe «por sendas de justicia» (Salmo 23.3).
Lo mismo que nosotros. También tendemos a dejarnos arrastrar por aguas que debimos haber evitado. No tenemos defensas contra el león rugiente que ronda buscando a quien devorar. Nosotros, también, nos extraviamos.
Necesitamos un pastor. Necesitamos un pastor que cuide de nosotros y nos guíe. Y tenemos uno. Uno que nos conoce por nombre.
Lucado, M., & Gibbs, T. A. (2000). Gracia para todo momento (360). Nashville: Caribe-Betania Editores.

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